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Agroindustria en México reducirá 21 toneladas de CO2 con proyectos verdes



México concretó dos mil 238 proyectos de inversión en tecnologías con energías limpias y eficiencia energética en la agroindustria, con los que reducirá 21.1 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) en los próximos 25 años, destacó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Entre los desarrollos de mitigación, impulsados desde la FAO, se encuentran proyectos de autoabastecimiento de energía limpia, el uso de combustibles limpios y la promoción de eficiencia energética y los beneficios se reflejan en fincas de ganado vacuno, porcicultura y avicultura, centros de procesamiento de carne e industrias agroprocesadoras diversas que ya han reducido seis millones de toneladas de CO2 entre 2010 y 2018.


“Todos los tipos de tecnologías promovidas resultaron financieramente viables, promediando aproximadamente un Valor Presente Neto (VPN) de más de 100 mil dólares por tecnología financiada y una tasa interna de retorno (TIR) del 36 por ciento. La inversión en el proyecto resultó económicamente rentable para la sociedad en su conjunto, con un VPN de 571 millones de dólares y una TIR del 63 por ciento”, detalló la FAO.

Este es el resultado de un programa de ocho años, donde mil 842 agronegocios implementaron tecnologías a base de energías limpias y eficiencia energética, en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y el Acuerdo de París, donde México se comprometió a reducir 22 por ciento sus emisiones de gases de efecto invernadero al 2030.

En el país, las actividades agrícolas aportan cerca del 12 por ciento de las emisiones de contaminantes, mientras que el sector industrial contribuye con 17 por ciento de estos gases de efecto invernadero.

Para estos proyectos se contó con un fondo de 358.2 millones de dólares, donde tuvieron participación el Estado mexicano, los propios beneficiarios, el Banco Mundial, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento y el Fondo Mundial para el Medio Ambiente.

“En el marco de este proyecto, el gobierno -a través de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) y el Fideicomiso de Riesgo Compartido (Firco)- impulsó un plan de fomento de tecnologías eficientes y bajas en emisiones en la agricultura y la agroindustria, que demostró ser beneficioso para los actores involucrados (INECC, 2018)”, explicó la FAO.

Dentro de los más de dos mil proyectos, la tecnología más implementada fue la que utiliza el sol a través de paneles solares conocidos como sistemas fotovoltaicos, con 738 instalaciones a lo largo del territorio nacional.


Los proyectos alcanzaron una producción de 221 mil 624 megavatios hora (MWh) de energía a partir de biomasa, que evitaron cinco mil 78 millones de toneladas de emisiones de CO2, al tiempo que ahorraron 382.14 millones de kilovatios hora, con la implementación de 700 subproyectos de tecnologías de eficiencia, que significaron reducciones de 205 mil 721 toneladas de emisiones de CO2, debido a un consumo menor de combustibles fósiles y de electricidad.Detrás de los paneles solares, los agroindustriales, quienes en 95 por ciento fueron micro, pequeños y medianos empresarios, implementaron biodigestores (419), equipos de eficiencia en bombeo de agua (386) y equipos varios de eficiencia energética en la agroindustria (314).

“Además, el proyecto generó beneficios indirectos como una reducción en la contaminación del suelo y el agua, una disminución de las plagas y las enfermedades de los animales, menores costos derivados de multas o pérdidas por problemas sanitarios, y mejoras en las condiciones laborales y la calidad de vida de las comunidades, entre otros”, añade la FAO en sus resultados.

Barreras

Durante la implementación y desarrollo de estos proyectos verdes, “la ausencia de ausencia de un marco regulatorio con incentivos para la adopción de tecnologías de eficiencia energética y de generación de energías limpias en la agroindustria, constituyó la principal barrera al iniciar el proyecto”.

En estos años, el país experimentó reformas energéticas en 2013 y 2014 que a criterio de la FAO “impulsaron la inversión privada en estas áreas”.

“El programa de subsidios para la inversión en nueva tecnología y la asistencia técnica desplegada inicialmente por el proyecto tanto a nivel central y regional, para la generación de capacidades en actores clave, fueron elementos centrales para solventar la falta inicial de conocimiento y confianza de los productores respecto a dicha tecnología”, abundó.

Así mismo, la Fao identificó como “desafío importante” la falta de proveedores locales, pues suponía el encarecimiento de insumos requeridos y que se exportaban en su mayoría.

Sin embargo, el cambio en las normatividades energéticas y el impulso al proyecto “ayudaron a crear un dinámico mercado nacional de insumos y tecnologías, permitiendo una adopción masiva y más allá del proyecto”.

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