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Un sol se apaga; Guillermo Echevarría murió



CIUDAD DE MÉXICO.

Hasta el último instante su corazón latió en fuego agonal. Vivió, aceptó y se adaptó con filosofía a lo dulce y amargo de la vida. Cuánta alegría en su voz y en sus mensajes y últimos videos: a sus 73 años el astro acuático estaba aprendiendo a nadar. ¡Él, el hombre de acerada voluntad, luchaba por aprender a nadar! Él, Guillermo Echevarría, el héroe universal acuático que el 7 de julio de 1968  destrozó el récord mundial de los 1,500 nado libre, en estilo de crawl. Su vida se extinguió este miércoles.

Escucho la voz de Lobito por el celular, temprano, durante el desayuno: “Mi papá acaba de fallecer. Ya no despertó esta mañana”, expresa Andrés El Lobito Echevarría Pliego.

En los últimos meses Guillermo Echevarría residía en Cuernavaca, en lucha diaria ante la adversidad, en el entorno que siempre amó: el agua. Tras el accidente en los albores de julio de 1981, que sufrió en la carretera Puebla-Veracruz y lo postró en una silla de ruedas, su cuerpo débil enfermó de un mal degenerativo en 14 vértebras de la columna.

Cabalgan en las ondas imágenes y recuerdos de su grandeza: el 2 de agosto de 1964, a sus 16 años, el cuarto mejor del mundo en los 1,500 m libres, 17’10’’8, cuando Murray Rose rompió el RM en 17.01.8.  El racimo de oros en la pileta del Escambrón en San Juan de Puerto Rico. El récord mundial que asombró a Estados  y al planeta.

Brotó del entrenamiento eficaz y “cavernícola” de Armando Marín García. Fue líder de la natación y la primera gema que salió de la mente y manos del estadunidense Ronald Johnson.

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