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JOSE RENTERIA TORRES




Algo sobre el equilibrio 


El equilibrio en sí no existe, si fuera lo contrario, sería fácil comprarlo por quilos en las tiendas milagreras.

• Por José Rentería Torres

¿Por dónde comenzar? Hay quien afirma que nadie ve más allá de lo que sabe y más cuando se trata del equilibrio. ¿Existe el equilibrio en sí o de por sí? Antes de responder, mejor voy a referirme a los actos equilibrados: de una persona cuando cruza por una cuerda floja entre dos altos edificios o del axel de los patinadores artísticos quienes después de girar en torbellino se posan equilibradamente sobre el hielo, o al revés, también podemos hablar de la pérdida del equilibrio por una baja oxigenación cerebral o, de los destanteos de la vertical que sufrimos los viejos, y los no tanto, cuando en el baño el mundo se nos viene encima cuando cerramos los parpados o al girar bruscamente la cabeza. También entra aquí, aquel fenomenal equilibrio sístole diastólico cósmico, que se dio en el amanecer de la vida sobre la tierra, cuando aquellos esbozos de vida, ancestros nuestros, del tamaño de un polvillo con un peso inferior a un micromicromicrogramo, estuvieron sometidos por dos fuerzas  telúricas antagónicas, sistólica una, con el poder centrífugo de la rotación de nuestro planeta tratando de expulsarlos hacia los abismos siderales y diastólica la otra, que los retenía pegados al suelo, con el imán atrayente del volumen y el peso de nuestro mismo planeta viajero. Así, en este milmillonario viaje por el espacio y por el tiempo se fue dando la evolución de la vida sobre la tierra, por lo que usted y yo, hoy portamos en el interior de nuestros cuerpos un fino mecanismo auto regulador por el cual nuestro centro de gravedad se encuentra equilibrado con el espacio y el tiempo en donde vamos haciendo nuestras vidas. 
También, cómo no hablar del equilibrio como un sentido más de nuestra inteligencia, como lo son la vista, el oído y los demás, o tal vez, el equilibrio sea el sumo de todo nuestro sentir inteligente, quizá. En la jerga popular se oye que el sentido común es “el más común de los sentidos”, pero el sentido común no es un sentido más, no. Lo que ocurre es que todos los sentidos que tenemos, más de cinco, actúan como los miembros de una orquesta sinfónica en donde cada uno de ellos aporta sus notas distintas para tocar una misma melodía que nos prepara para saber estar ante la realidad en que nos encontramos, esta puede ser: un asunto jurídico o ir al baño, un encuentro familiar o un acto académico, un velorio o una fiesta… Ahí, el oído nos trae noticias de aquello, el olfato rastrea, esto huele bien o…, el sentido de la distancia nos indica la situación y posición en que debemos estar, cerca o lejos, el sentido de la orientación nos señala el rumbo, donde debo o no dirigirme, todos juntos estos sentires, me llevan a sentirme a mí mismo a través del sentido de la cenestesia, me siento a gusto, disfruto, se me hace agua la boca, me siento bien, o lo contrario, la náusea se me sube a la boca, la cosa está fría o caliente, debo de tomar distancia, ir con tacto, tanteando  el rumbo. Entonces, la realidad, la cosa en la que se está, me exige ir al fondo del asunto. Cierto día se descompuso la refrigeración de la casa, buscamos a Juan el reparador, enseguida, después de valorar la situación  me dice, déjeme buscar la razón de la falla para poder darle la razón del problema, hurgó por los entresijos del aparato, el compresor quemado era la razón del problema, fue la razón que nos dio Juan. “Sabiduría es el sabor de saber estar en la realidad” asienta, X. Zubiri. Las negritas son mías.
El equilibrio personal no es un estímulo respuesta reforzamiento. No. Nada de eso. El estar en equilibrio es un asunto, circular, sistémico de actos unificadores. La expresión, “se me hace agua la boca…” lleva un contenido físico, ahí está la saliva, con sus elementos químicos, acompañada por todo el organismo en una organización solidaria, puesta y dispuesta para el disfrute, comandada, en este caso. por el psiquismo de la persona quien busca un bienestar, para estar bien. 
El equilibrio, el estar equilibrado es una redondez, físico emocional social y cósmica. ¡Ahh! nuestro Planeta. ¿Que estamos haciendo de él? Recuerdo a un jovenazo por allá en los sesenta cuando se paseaba por las calles de Hermosillo luciendo un torso de Charles Atlas, pero se le olvido ejercitar sus miembros inferiores, sus piernas eran unos fideos, su físico no tenía armonía, se veía deforme, no estaba equilibrado. El equilibrio es balance, justeza y complementariedad, entre lo de arriba y lo de abajo o entre la derecha y la izquierda, sean las manos o lo que sea, de no haberlo, nos amputamos artificialmente como personas, como sociedad y como mundo. El equilibrio busca el estar bien para tener bienestar por donde vamos y por ahí. se camina hacia la definición holística de, Salud. 
Disculpe, la parrafada de arriba. Lo que deseo decir a usted que va envejeciendo, es muy fácil perder el equilibrio ¿individual?, porque todo nuestro organismo le sucede, lo de la vista cansada. Por este cansancio, hay que equilibrar nuestros movimientos en las levantadas de la cama, de las sillas o en la humedad resbalosa del baño, ahí, pise con más cuidado, camine a tientas, ponga asideras para apoyarse cuando cierre los parpados o mueva la cabeza o se seque.
Recuerdo a mi Padre cuando un día comentó: “los viejos se mueren principalmente por las tres, C -cuáles son estas le pregunté-, catarros, caca y caídas”. Sea precavido, porque el desequilibrio personal hace tambalear al entorno entero.
Se me pasaba. El equilibrio en sí no existe, si fuera lo contrario, sería fácil comprarlo por quilos en las tiendas milagreras. 
Aquí, usted quien me lee, lo invito juntos o a la distancia, pero juntos, a pensar sobre cómo poner un poco de inteligencia sensible en medio de esta inteligencia artificia, robóticas, que nos domina, para que nuestros espacios fueran más habitables, más humanos, más equilibrados. 
¿Por dónde comenzar? Necesito de su ayuda.
 

• Correo: Joret_2004@yahoo.com.mx


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